Uno de los grandes mitos sobre el sector agropecuario es que la mayoría de las granjas son propiedad de corporaciones; de grandes y tiránicos conglomerados. Afirmar esto es negar la existencia de millones de pequeños y medianos productores, que distribuyen a un nivel más local, o de aquellas personas que tienen una granja de autoconsumo, tanto en el medio urbano como el rural.
¿Quiénes son dueños de las granjas?
Esto varía de país a país. Por ejemplo, en Estados Unidos la gran mayoría de las granjas son propiedades familiares. Según un artículo de The New York Times los grandes productores granjeros, que componen menos del 8%, producen el 80% de la comida vendida en Estados Unidos, y abastecen los mercados locales. En realidad sólo el 3% de las granjas de ese país son de grandes corporaciones no-familiares. En 2016, el 95.2% de las 10.5 millones de granjas de la Unión Europa, fueron clasificadas como granjas familiares.
Por su parte, el 80% de las tierras agrícolas en Asia y el África subsahariana son parcelas de hasta 10 hectáreas manejadas por pequeños agricultores. Según datos del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de Argentina, la agricultura familiar representa el 66% de las unidades agropecuarias; la producción familiar a pequeña y mediana escala concentra a más del 66% de las cerdas del país, pero su contribución es sólo del 6%. Un estudio sobre la agricultura familiar en América Latina, realizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, señala que la agricultura familiar emplea al 60% del sector y representa en promedio al 80% de las unidades productivas.
A pesar de estas variaciones, en general se observa que las granjas en su mayoría pertenecen a unidades familiares o pequeños y medianos productores.
Distribución y visibilidad
Estos números nos llevan a preguntar, si la mayoría de las granjas no pertenecen a las grandes corporaciones ¿por qué casi todo lo que consumimos proviene de grandes empresas? La cantidad de productos en el mercado que son producidos por grandes empresas puede ser lo que nos lleva a pensar que la mayoría de las granjas son de su propiedad.
Los grandes complejos industriales poseen la infraestructura y recursos necesarios para economizar los procesos y hacerlos más eficientes. Gracias a la utilización de avances tecnológicos y registros computarizados pueden mantener el control sobre una mayor cantidad de tierras y ganado. Además, sus grandes redes de distribución les permiten llevar sus productos a más puntos de venta. Para nosotros, los consumidores, nos resulta entonces más sencillo y cómodo comprarles a ellos.
Los pequeños y medianos productores también pueden tener procesos semitecnificados pero a una escala menor y con una red de distribución muchas veces limitada. Las cadenas de valor y las cooperativas son estrategias que permiten a estos productores a colaborar entre sí y desarrollar objetivos comunes para ofertar sus productos.
¿Qué podemos hacer como consumidores?
Aunque definitivamente es más fácil ir al supermercado y armar la despensa con lo que encontremos en las estanterías, animémonos a conocer e incluir en nuestra mesa los productos de pequeños y medianos agroempresarios. Reconoce a los productores locales y acércate a sus puntos de venta. Pueden ser deliciosas frutas de temporada, cortes frescos o miel de un apiario local.
Es importante que reconozcamos la existencia de las granjas administradas por familias o agroempresarios que no pertenecen a las grandes corporaciones. Las cifras demuestran que son una importante fuente de trabajo y que las granjas propiedad de las corporaciones en realidad son la minoría. Reconocerlas, es también reconocer y aplaudir el importante trabajo que llevan a cabo millones de personas para alimentar y nutrir al planeta entero.